Días revueltos. Los Aliados se han vuelto a unir. El poder de la hipocresía es tan arrollador y crea tal impotencia a los que estamos pisando de verdad la superficie. Me vienes y me dices que ése es el malo, que ése es el tirano, que ése es el dictador.
Días revueltos, pero no aquí. Yo sigo haciendo lo habitual: me levanto, busco trabajo, recojo la casa, escucho a Charlie Parker en mi mp3 conectado a la televisión, la comida ya está preparada y me preocupo de mí y de mis amigos. Aquí no. Los supermercados que veo desde mi balcón siguen abiertos y los coches circulando. Aquí no. El cielo está nublado y hace más frío que ayer, pero, reitero, aquí no. Y tú me esputas sandeces de si es correcto, si lo manda la organización internacional, si es a favor de la Democracia.
Me gusta ajusticiar literariamente, pero con vosotros no puedo. No os puedo imaginar amordazados en una habitación porque sois demasiados, porque no sabría por dónde ni por quién empezar y el esfuerzo mental es tan grande y tan para nada que no merece la pena. No es por pasividad, es por dolor de todos los muertos. Son vidas, mierda, como la tuya y la mía. Es una maldita guerra aunque no lo nombréis. Y lo más terrible es que yo formo parte de ella. No puedo más. Siento rabia e impotencia. Vergüenza.
tan escueta tener la boca que sangre verdades
ResponderEliminartan rápida la palabra que hienda el acto
pero y los puños
así el suelo se vuelva fértil
del cruce quedan a un lado y a otro caminos
y migrar al antojo del momento
confiamos en el retorno pero no es sólo eso
estamos dando los pasos y hemos de sentir lo ávido
quién pierde la vida sólo creyendo
y no lanza el cuchillo
quién se creyó la tregua
no fueron las fieras